Tabla de contenidos
¿Qué es un Rebranding?
Como primera respuesta te diré que no es nada difícil reconocer cuándo es el momento de enfrentarse a un proceso de rebranding. Solo debes estar atento a las señales, que en muchas ocasiones son evidentes y fáciles de detectar.
Lo realmente difícil es tomar la decisión de hacer ese rebranding. Nunca debes olvidar que un buen rebranding posicionará tu marca en un lugar privilegiado del mercado, con todo lo que eso implica. Pero comencemos por el principio.
El rebranding es el proceso de reconstrucción de una marca. Se realiza cuando esta sufre una situación crítica de percepción de la marca o un cambio en su estrategia de marca, lo que nos obliga a rediseñar la marca para adecuarla a esos cambios.
Si el cambio no implica modificar nuestra estrategia de marca, y solo necesitamos hacer un cambio en la identidad visual, para actualizarla y adaptarla a los cambios actuales para conectar mejor con su público.
Estaríamos ante un proceso de restyling en lugar de rebranding. En este caso no sería necesario hacer un rebranding, ya que el restyling solo afecta a la imagen de marca, aspectos como el logo, la paleta cromática, familia tipográfica, elementos gráficos corporativos, entre otros.
Normalmente en un proceso de rebranding una de las acciones que hay que llevar a cabo es un restyling de marca.
¿Cuándo necesita tu marca un rebranding?
Será necesario hacer un rebranding de marca cuando nos demos cuenta que nuestra marca está atravesando por algunas de las siguientes situaciones:
En cualquiera de estas situaciones necesitaremos hacer un rebranding para poder reposicionarnos en el mercado, para que se proyecte correctamente según su nueva situación.
Por ejemplo, si un negocio local que lleva vendiendo muchos años en su ciudad decide apostar por un modelo de negocio online y crea un comercio electrónico, además de mantener su tienda física, se enfrenta a una exposición de su catálogo de productos a nivel mundial.
Debido a las grandes ventajas que tiene una tienda online tanto para los vendedores como para los clientes, puede ver aumentar sus ventas rápidamente, que su público se extienda geográficamente e incluso que deba adecuar su negoción a una logística y distribución de productos totalmente diferente, que requiera unos nuevos puntos de contacto con el cliente como, una experiencia unboxing que antes no contemplaba.
En este momento puede encontrar carencias en su branding actual y tener que plantearse un rebranding que tenga en cuenta todas estas nuevas variables.
El objetivo es siempre conseguir tener una identidad corporativa sólida y coherente que proyecte qué es nuestra marca, qué ofrece, a quién se dirige y cómo lo consigue.
Es importante detectar cuándo nuestro público está percibiendo una imagen de nuestra marca que no le corresponde, ya que esto puede provocar una distorsión de lo que somos, y, por tanto, de lo que ofrecemos como marca, enviando un mensaje equivocado a la audiencia que no está recibiendo una imagen fiel de nuestra marca.
El paso del tiempo
Es posible que una marca con una larga trayectoria deba enfrentarse a un proceso de rediseño de marca para conseguir ofrecer una imagen más actualizada, moderna y visual.
Además, es posible que no tenga las herramientas gráficas corporativas necesarias para proyectar una identidad adecuada en los diferentes soportes digitales y tamaños necesarios actualmente.
Implicaciones emocionales y económicas
En un proceso de rebranding partimos de una marca ya construida, con una trayectoria, por ello hay que establecer una metodología minuciosa para sentar bien las bases sobre las que queremos redefinir esa marca.
Tiene unas connotaciones e implicaciones, tanto físicas como emocionales, importantes. Nunca es fácil decir adiós a nuestra actual identidad visual, por mucho que estemos convencidos de que lo tenemos que hacer.
Además, ello supone un coste elevado no solo de rediseño, sino de producción de la nueva comunicación gráfica de nuestra marca tanto en soportes impresos como digitales (papelería corporativa, tarjetas de visita, corpóreos, folletos, packaging, bolsas, página web, vehículos corporativos, uniformes, interiorismo, entre otros) a los que deberá hacer frente poco a poco.
Por dónde empezamos un rebranding: trayectoria y personalidad de la marca
Analizar la trayectoria y personalidad de la marca nos coloca en el punto de partida actual. Además, hay que definir dónde quiere llegar la marca y cuál su objetivo principal.
Del mismo modo que cuando hacemos un branding, definimos todo aquello que forma parte de la marca:
No debes perder nunca de vista cuál es el problema principal que ha llevado a la marca a realizar un rebranding. Y qué acciones se van a llevar a cabo para conseguir solucionar ese problema.
No perder nuestra esencia: identidad de marca
No debemos ver un proceso de rebranding como un “borrón y cuenta nueva”. Es necesario respetar nuestra esencia, recordar cuál es la historia de nuestra marca, qué le motivaba cuándo nació, por qué la creamos, cuáles son sus puntos fuertes, qué experiencia lleva acumulada durante su trayectoria, qué logros ha conseguido durante su vida y, sobre todo, cuál es su valor diferencial, lo que la hace única y diferente respecto al resto.
En un rebranding es fundamental, desde el inicio, establecer aquellos puntos esenciales de nuestra identidad de marca que no debemos perder durante este proceso.
Mirar a nuestro alrededor: competidores
Conocer a nuestros competidores, lo que hacen, cómo lo hacen, si son los mismos que cuando creamos nuestra marca o han ido cambiando.
El rediseño de marca puede ayudarnos a ampliar nuestro mercado competitivo, captar nuevos segmentos de mercado donde actuar, atraer posibles inversores e incrementar nuestra reputación dentro de él.
Redefinir el nuevo escenario competitivo será fundamental para poder fortalecer nuestro valor diferencial y conseguir un posicionamiento de marca más competitivo dentro de él.
Planificar la cronología de su implantación
Una vez desarrollado tu rebranding es importante que establezcas un periodo de implantación progresivo, metódico y cuidado. Tomar las decisiones adecuadas en cada momento harán tu proceso mucho más llevadero.
Trabaja primero en tu entorno más cercano, empleados, proveedores; hasta llegar a tus clientes y público objetivo. Transmite la importancia de este cambio y la necesidad de ser rigurosos con él.
Define cuáles son tus nuevas estrategias de marca y haz un seguimiento de su implantación, repercusión y adaptación.
Ya has hecho lo más difícil, tomar la decisión del cambio y hacer la inversión para desarrollar ese proceso de cambio. Ahora, toca proteger esa inversión, cuidándola cada día, cumpliendo objetivos y respetando todo ese proceso que conseguirá fortalecer tu marca y conseguir reposicionarse en el mercado.
Consejo profesional
Ya sea para mostrar la evolución y los cambios que has ido haciendo en tu empresa, o simplemente para revitalizarla y volver a reconectar con tus clientes, realizar un proceso de rebranding a tiempo puede ser clave para el futuro de tu marca.